miércoles, 3 de julio de 2013

SEVILLA - NUESTRA SEÑORA DE LOS REYES


HISTORIAS DE LA VIRGEN DE LOS REYES

Dice la leyenda que el Rey San Fernando soñó con la Virgen y que al día siguiente hizo llamar a los maestros imagineros de la corte para que tallaran una imagen igual a la que se le había aparecido en sus sueños. Los artífices llegaron labrar hasta cuatro imágenes de la Madre de Dios: la Virgen de los Reyes que hoy se venera en el Monasterio de San Clemente; la Virgen de las Aguas, que recibe culto en la Parroquia del Salvador y que el 30 de mayo de 2007 cerró la procesión dedicada al rey conquistador de Sevilla; la Virgen de los Reyes, titular de la hermandad de los Sastres, de San Ildefonso, y la actual Patrona de la Ciudad , Nuestra Señora de los Reyes, que recibe culto en la Capilla Real de la Santa Iglesia Catedral.
Según esta leyenda histórica, cuando el Santo Monarca contempla todas las imágenes realizadas por los escultores del Reino, se fijó detenidamente en la efigie de la Virgen de los Reyes que está en la Catedral. El Rey se aproximó a la imagen, manifestando que veía en Ella a la Madre de Dios que había visto en sus sueños.
Según todos los historiadores, el Rey Fernando III intervino muy directamente en la realización de esta escultura de la Virgen , aunque también se ha recogido en otros documentos que la efigie fue realizada en Alemania o Francia y donada al monarca por el Emperador Federico II o por el rey francés Luís IX.
Otro dato histórico hace referencia a que la Virgen de los Reyes ya acompañaba a santo monarca en sus batallas y que con Ella entró en Sevilla en 1248, presidiendo la entrada triunfal en la ciudad, tras la reconquista.
También se afirma por otra parte que esta imagen fue donada por Alfonso X el Sabio a la Catedral de Sevilla, narrada en la famosa cantiga 324, para que presidiera un altar principal en el primer templo metropolitano.
Según el catedrático José Hernández Díaz, especialista en este tipo de investigaciones históricas, la Virgen de los Reyes es una obra realizada en el segundo cuarto del siglo XII, siendo la imagen una cumplida representación plástica del concepto medieval de la realeza de María, tal como la entendían los litúrgicos y teólogos de la época.
La imagen de Nuestra Señora de los Reyes está realizada en madera de alerce y es figura articulada. En esta obra fueron únicamente modeladas la cabeza, las manos y los pies. El rostro carece de modelado, la nariz es de poco relieve y pequeña, los labios ligeramente marcados, con sonrisa candorosa, y los ojos pintados. Las manos de la Virgen sin simplísimas, en la forma típica de tenedor o peine, con dedos largos y finos, según la fórmula medieval.
Abundando en el estudio realizado en 1948 por el profesor Hernández Díaz, y en el capítulo de la “arqueología” de le venerada imagen, se dice que tiene “singular cabellera, compuesta con abundantísima madeja de hilos de seda, que conserva áureos, unida al óvalo craneano de modo finísimo, casi imperceptible y que cae en cascada hasta el borde infraescapular. Hoy está sujeta con cintas envueltas en paño a manera de toca y desde luego debió lucirla exteriormente la venerada icona”.
Otro de los puntos históricos del estudio es que la imagen, en la mitad superior del dorso, tiene una ventana que permite apreciar una rueda dentada unida a un eje y liada en él restos, como una correa sin fin: “Este dispositivo –concreta el profesor--, sirvió sin duda para mover partes de la figura, desde luego movería la cabeza por cuanto se halla sujeta al cuerpo por grapas metálicas que la inmovilizan”.
Se recoge en otros estudios históricos, que en Castilla pudo haber en la época fernandina una escuela de imaginería, y que desde allí enviaron la talla de la Virgen de los Reyes a Sevilla. Pero por otra parte, se concreta en otro documento que la efigie de la Patrona de la ciudad fue realizada en Sevilla, bajo la mirada y orientación del propio Fernando III.
Conquistada Sevilla, el Rey San Fernando mandó construir una Capilla en la nave central de la antigua mezquita mayor de los almohades, que fue consagrada el 22 de diciembre de 1248. Allí fue colocada una imagen de la Virgen , titulada de Santa María, que era el nombre por el que era conocida entonces la actual Virgen de los Reyes, hasta que por diversas gestiones del Cabildo se llevó a cabo su demolición, para construir una capilla acorde con la actual Catedral. Mientras se llevó a cabo la realización de la nave real, la Virgen estuvo en una Capilla situada en el lugar que hoy ocupa la Biblioteca Capitular , en el patio de los Naranjos, y posteriormente, en otra zona del citado Patio, en el lugar ocupado por la Hermandad del Sagrario.
Fue en el año 1579 cuando se inaugura la actual Capilla de la Virgen de los Reyes en el interior de la Catedral, procediéndose al traslado de la imagen y del cuerpo incorrupto del Rey Fernando III, que fue canonizado en el año 1671. Hasta este año, la Virgen presidió el centro del altar de la nueva capilla, siendo colocados los féretros del santo monarca, su mujer y su hijo en las gradas de la nave real. Cuando el monarca fue canonizado, su cuerpo fue separado de sus familiares para ocupar el centro de la capilla, como en la época actual, en una urna que fue posteriormente cambiada por la que hoy se conserva el cuerpo del Rey Fernando III.
La Virgen de los Reyes, que primero fue titulada de Santa María y de Nuestra Señora de Agosto, se halla colocada en la Capilla Real , en un tabernáculo de plata, con fondo de rosetones con castillos y leones y un baldaquino de estilo y dibujos góticos, del siglo XVI. Preceden de la antigua Capilla Real.
.
El 30 de mayo de 2007, en el día de la fiesta de San Fernando, el Cabildo y la Asociación organizaron la primera procesión en honor del monarca en su día, que recorrió las calles próximas a la Catedral de Sevilla y las del barrio de Santa Cruz. Cerró el cortejo la imagen fernandina de la Virgen de las Aguas, de la Parroquia del Salvador.
En el año 1866 se integró la Corporación Municipal de Sevilla a la solemne procesión de la Virgen de los Reyes, a propuesta del concejal Pagés del Corro. El pleno del Ayuntamiento aprobó la presencia municipal en el cortejo de la Patrona de Sevilla, colaborando en la realización de un nuevo paso de salida.
La Virgen de los Reyes fue coronada el día de la Inmaculada de 1904. e organizó una solemne procesión por este acontecimiento, con la asistencia de numerosas hermandades y cofradías.
En el año 1939, el día de la procesión anual, la Virgen de los Reyes recibió el fajín de Capitán General, concedido por el Jefe del Estado.
En el año 1953, a la popular imagen le fue impuesta la medalla de Oro de la Ciudad , ofrecida por el Ayuntamiento de Sevilla, que entonces presidía Jerónimo Domínguez Pérez de Vargas, Marqués del Contadero. También le fueron entregadas a la Patrona de Sevilla las llaves de la ciudad y el bastón de mando, como alcaldesa perpetua de Sevilla.
En su visita a Sevilla, en el año 1982, el Papa Juan Pablo II recorrió la Catedral. A un lado del Altar Mayor fue colocada la Virgen de los Reyes en su paso de salida. El Sumo Pontífice oró ante la Patrona de Sevilla en el primer templo metropolitano.
Ante la Virgen de los Reyes y en el verano de 2004, se hizo entrega a fray Amigo Vallejo, cardenal de Sevilla, del galardón que concede anualmente esta publicación Sevilla Cofrade y que recibió en su institución Su Santidad el Papa Juan Pablo II en Roma, en una audiencia especial para la redacción de nuestro medio informativo.
En el año 2007, la imagen de la Patrona de Sevilla fue colocada en el altar de la nave del crucero, para presidir el XXV aniversario de la llegada a Sevilla del cardenal Carlos Amigo Vallejo, que sustituyó al cardenal Bueno Monreal como pastor de la Iglesia de Sevilla.
En este año 2013 , la Virgen de los Reyes Procesiona de manera estraordinaria con motivo del Rosario de la Aurora l , promovido por el año de la Fe, por D. Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla

lunes, 24 de junio de 2013

CARRIÓN DE LOS CÉSPEDES - NUESTRA SEÑORA DE CONSOLACIÓN


La efigie de Ntra. Sra. de Consolación, Patrona de Carrión de los Céspedes, responde al modelo iconográfico de la Virgen con el Niño. Es una imagen de vestir o “de candelero” de tamaño algo menor al natural y notable calidad artística. Se trata de una obra anónima fechable en la segunda mitad del siglo XVI que tanto formal como estilísticamente se encuadra en el quehacer de  los  inicios de la escuela sevillana. El clasicismo de las líneas del rostro denotan la influencia de la corriente romanista que va a marcar la producción de la imaginería hispalense de las últimas décadas del XVI lo que unido a ciertos arcaísmos, como una acusada frontalidad, nos sitúa en un taller de Sevilla en el que trabajaran y se formaran artistas que fueran definiendo las líneas del protobarroco.

Sobre el último cuarto del siglo XVIII se fecha la intervención que confiere a esta imagen el aspecto con el que ha llegado a nuestros días. La falta de definición de los conceptos y criterios de restauración en esta época hace que se modifique el original para lograr una adaptación a los gustos del momento perdiéndose así elementos primitivos y añadiéndose otros propios de los estilos artísticos imperantes que, han tenido como consecuencia, generar cierta confusión a la hora de datar la imagen.

Por lo que respecta al Niño Jesús, se trata de una talla exenta, de bulto redondo, tamaño proporcionado al de su Madre y gran belleza. Es también una efigie anónima pero de cronología posterior a la Virgen pudiéndose estimar de un momento muy avanzado del siglo XVII o de principios del XVIII.

La atribución tanto de la filiación artística como cronología de ambas imágenes han quedado avaladas por expertos que en distintos momentos realizaron estudios de las mismas como los profesores Infante Galán y Hernández Díaz y, posteriormente, el escultor imaginero Antonio Dubé de Luque. Por último fueron restauradas entre diciembre de 1998 y marzo de 1999 por Enrique Gutiérrez Carrasquilla y Pedro Manzano.

La interpretación iconológica de la efigie de Ntra. Sra. de Consolación, orlada  con un conjunto de preseas, como otras tantas imágenes de su tipología, se fundamenta en el capítulo 12 del libro del Apocalipsis y  simboliza   la Iglesia glorificada y reflejada en la Virgen María, su modelo total en el seguimiento de Cristo; iconografía de la Madre de Dios muy difundida por las distintas escuelas escultóricas e imagineras  españolas y que ha tenido un especial predicamento en Andalucía. Concretamente, la escuela sevillana ha proporcionado una importante producción de destacada calidad artística, dada la acogida popular que ha tenido esta representación letífica de María. Sobre dicho cuerpo interpretativo se desprende una lectura que avala el componente devocional de las mismas y explica como estas obras artísticas han contribuido a mantener vivo el patrimonio espiritual de pueblos y ciudades.

Además de los elementos reseñados, completan la iconografía de esta noble talla de la Madre del Señor, el barco de velas que porta en su mano derecha, que también lo llevan otras imágenes marianas de la misma advocación, como la Patrona de Utrera o la dolorosa titular de la sevillana de la Hermandad del Stmo. Cristo  de la Sed. El origen de este símbolo parece estar en una ofrenda hecha por un devoto a la Virgen de Consolación utrerana, de gran devoción popular en la baja Andalucía, aunque la interpretación del mismo encaja perfectamente en la metáfora de la Iglesia peregrina zarandeada  constantemente por el mundo pero que avanza protegida por la poderosa intercesión de la Virgen Madre. El cetro, que nuestra Titular sostiene en la misma mano, y la corona, significan que María participa de la realeza de Cristo, lo que le confiere la prerrogativa de reina. Por su parte la ráfaga y la media luna a los pies son símbolos que en el lenguaje apocalíptico representan la glorificación y la eternidad respectivamente, el estar por encima del tiempo y del espacio.

En cuanto a la imagen propiamente dicha de la Virgen de Consolación, figurada como una mujer joven casi niña, mostrando a su Hijo representado en un niño de corta edad, nos conecta con el Misterio de la Encarnación, el Dios que se humaniza en el seno de una mujer. La reiteración del hecho de situar la imagen del Salvador en el lado izquierdo, el del corazón, simboliza que la gracia de Dios habita dentro de todo aquel que así lo acepte y de esta forma se muestra a los demás el señorío de Cristo Jesús. La imagen del Divino Infante sostiene la bola del mundo rematada con cruz en su mano derecha, mientras que la izquierda la mantiene en actitud de bendecir caracteres de los que se desprende una doble lectura: la Redención del género humano culminada en el sacrificio de la cruz y la perfección del amor de Dios simbolizada en la esfera. La corona de imperiales o potencias flamígeras que, según el tiempo litúrgico orlan la cabeza del Niño, aluden a su condición de Hijo de Dios, Rey del cielo y tierra y Señor de los señores, preseas cuya iconología también se fundamenta en las Escrituras: “…. Al nombres de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra, en el abismo”.



La secular devoción del pueblo de Carrión de los Céspedes a su Patrona, esta bendita imagen de la Madre de Dios venerada con el dulce título de Consolación, es signo de identidad y constituye uno de los principales tesoros devocionales y espirituales de esta población sevillana.

HERMANDAD DE NTRA SRA DE CONSOLACIÓN